27 Feb El cadáver de Franco no se toca
Ya tardaban. Ya tardaban las fuerzas vivas del postfranquismo en poner el primer impedimento serio a la exhumación de la momia del dictador: ha sido un juez quien ha suspendido el informe urbanístico que permitía las obras pertinentes, uno de tantos jueces descendientes de familias muy bien situadas durante la dictadura y que ahí siguen en sus puestos, actuando como demócratas de toda la vida. Basta leer el auto de este señor juez para saber que de casta fascista le viene al galgo.
Esto en Alemania no pasa. En Alemania y en 2011, bajo el mandato de Angela Merkel (líder conservadora, integrante del Partido Popular europeo), se detectó que la tumba en Baviera del jerarca nazi Rudolf Hess se había convertido en lugar de peregrinación y exaltación para la extrema derecha. El gobierno alemán resolvió eliminar todo rastro de la tumba, exhumar sus restos, incinerarlos y arrojarlos al mar. Voy a dejarles unos segundos para digerir la odiosa comparativa antes de pasar al siguiente párrafo.
De acuerdo, posiblemente el hecho de que en Alemania la apología del nazismo sea delito ayuda bastante a la hora de proceder con tanta rotundidad. La conocida eficacia alemana también habrá tenido algo que ver. Aquí, por el contrario, la Fundación Nacional Francisco Franco recibe cuantiosas ayudas públicas cada año, a través de esos mismos presupuestos que dedican cero euros a la exhumación de las víctimas del franquismo que siguen enterradas en cunetas y fosas comunes, convirtiendo al Reino de España en el segundo país del mundo con mayor número de desapariciones forzosas, después de Camboya.
Aquí, el gobierno de Pedro Sánchez ha actuado con una especie de valentía timorata, valga el oxímoron: se han atrevido con lo que otros gobiernos socialistas se dedicaron a tapar, pero lo han hecho con más miedo que vergüenza, tratando de contentar a la familia (no parece fácil la tarea de contentar a la familia de un dictador) y de ganarse la complicidad del Vaticano (es de suponer que la curia española tardará aún varios siglos en distanciarse del caudillo y en pedir perdón por sus crímenes). En una democracia consolidada el mandato del Parlamento debería ser más que suficiente para sacar la momia de un dictador de un mausoleo construido en su honor por mano de obra esclava. Ya solamente la necesidad de pronunciar esta última frase produce sonrojo.
No cabe duda de que la Transición fue modélica, cuando 40 años después seguimos en manos de jueces tan preocupados por sostener los pilares de la dictadura, al tiempo que socavan los endebles cimientos de la democracia. Dan ganas de independizarse.
Por Agustín L de la Cruz
(Madrid, 1976) Escritor y librero
Licenciado en Documentación, escritor tímido y librero astuto. Su última obra publicada son los cuentos reunidos en Aniversario (2017). Su primera librería sigue abierta y se llama Tusitala, que en homenaje a Stevenson significa «el que cuenta historias».
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