18 Feb Las tetas de Rita
Por Francisco Blanco.
«Cinco minutos de hace cinco años».
Esta frase de Rita Maestre en el juicio define el esperpento vivido con este caso. Viendo las imágenes del juicio sólo podía visualizar a la acusación particular con capirotes sobre la cabeza y a la portavoz atada a un palo con pajas y ramas secas a sus pies, a la espera de que una vez más nos digan qué y cómo hay que manifestarse y qué actos son lesivos con la fe de las personas, con su fe.
Me gustaría ordenar las ideas de lo acontecido y no quedarnos sólo en el nuevo ataque de la caverna hacia la forma que tenemos los «indignos» de llevar a cabo nuestras libertades, simplemente porque no son las suyas.
Primero. Que el ordenamiento jurídico español contemple aun el delito a la ofensa de los sentimientos religiosos me parece a pesar de la redundancia ofensivo en sí mismo. Un anacronismo que nos lleva otra vez a la argumentalmente trillada «ley de vagos y maleantes».
Segundo. Que no pueda caber capilla, mezquita o cristo sangriento alguno en una institución pública de un Estado que se define como aconfesional es una perogrullada. Y que los que justifican la posibilidad de la existencia de símbolos católicos en exclusividad deberían replantearse sus niveles de tolerancia.
Tercero. Se presume que hubo destrozos en el recinto, por lo cuales y sólo por los cuales deberían pagar los manifestantes.
Cuarto. Que enseñar los pechos se describa como acción violenta y ofensiva resulta humorístico, muy humorístico.
Quinto. Que Rita diga que la protesta estaba justificada, que fue pacífica, pero que a la vez tenga que pedir perdón al Arzobispo me entristece profundamente.
Cada vez que bajamos los brazos el desierto avanza, ergo no hay que bajarlos.
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