27 Feb HERIDA
Por Susi Merino.
Noche cerrada en Kano. La mano arrugada de Mafunda sujeta una cuchilla oxidada y varias espinas de pinos para realizar la sutura posterior. Ceba, atada por los pies, empieza a gritar mientras varias mujeres la sujetan y los alaridos irrumpen en el silencio de la noche nigeriana. Siente un dolor tan terrible que jamás olvidará.
Han pasado 30 años y aún, al recordarlo, sus ojos se llenan de lágrimas mientras aprieta el puño, tembloroso, con rabia.
A Penzima le practicaron la ablación su noche de bodas, sangraba copiosamente por la vagina mientras mantenía relaciones sexuales forzadas con su marido. Aunque pudo escaparse, él le recordó después que debía aceptar una situación que formaba parte de su condición de mujer.
Una tarde lluviosa de febrero, sentada junto a ellas, ya despojadas de su sexualidad, de su identidad, las miro con profunda tristeza y maldigo a una sociedad que acepta de forma natural la mutilación genital femenina, una sociedad que se permite utilizar el manido recurso de la tradición, eufemismo que sustituye su verdadero nombre, el de una práctica salvaje y despreciable que pretende no solo controlar la sexualidad de la mujer, sino, sobre todo, mantenerla en un segundo nivel de derechos, lejos de cualquier intento de igualdad.
Esta práctica, que afecta a más de cien millones de mujeres en todo el planeta y conlleva graves repercusiones mentales sobre la mujer y un porcentaje muy elevado de mortalidad perinatal, debe ser abolida de forma urgente.
Recientemente, con motivo del día internacional de la tolerancia cero con la mutilación genital femenina, la Asamblea de Madrid celebraba un acto y mostraba su apoyo para acabar con esta lacra a través de un manifiesto, pero es necesaria una implicación sin ambages de la comunidad internacional y de la sociedad en general.
Ceba y Penzima vivirán con su herida, que es de todas, ya sin remedio. Pero de nuestra lucha, sensibilidad y coraje, dependen el presente y el futuro de millones de niñas que cada día viven con el miedo a que una noche cerrada llegue Mafunda, armada de cuchilla y espinas, para perpetrar un rito inhumano, irracional, para mutilar su clítoris y con él no solo dinamitar su deseo y su sexualidad, sino también cercenar su libertad.
Poema ablación Claudieta
De la ignorancia y la misoginia
el horror de los horrores.
De la miseria, y la codicia
la vejación de vejaciones.
Una niña y muchas niñas
privadas de sus candores.
Mujeres rotas en vida
muertas de sensaciones.
Rituales de cien mentiras
prejuicios y temores.
Gritemos firmes la negativa
por nuestro honor de honores.
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