08 Sep Todos somos Greta Thunberg
Quién es Greta Thunberg
Tiene dieciséis años y es la abanderada de la lucha contra el cambio climático. A los quince se obsesionó con el tema y con la formidable inoperancia de los poderes públicos y privados mundiales ante la mayor crisis de la Humanidad. Puso en marcha una huelga estudiantil, ella sola, que luego se extendió por todo el globo. Desde entonces, gracias a sus discursos, viene asombrando y avergonzando a cualquiera que se digne prestar atención a sus palabras. Tenía que viajar a Nueva York para intervenir ante la ONU y lo hizo en velero, dos meses de travesía en lugar de unas pocas horas en avión, para no contaminar. Se llama Greta Thunberg.
Ahora es víctima de una campaña difamatoria. Como no pueden atacar sus argumentos, que son incontestables, sus enemigos, que son muchos y muy poderosos, la atacan a ella, en la típica campaña de desprestigio para desacreditar a una figura pública. Se ensañan con su rictus de seriedad y con su síndrome de Asperger para presentarla como si fuera un monstruo.
Por desgracia, el mensaje de rechazo hacia Greta Thunberg cala incluso entre quienes nos podemos sentir cercanos a ella y a sus reivindicaciones: “¿No te da miedo?”, me preguntó una amiga. Era su primer comentario sobre Greta, y para colmo esta amiga es licenciada en Ciencias Ambientales y se considera ecologista; por lo tanto conoce perfectamente la importancia del cambio climático y su efecto devastador sobre la Tierra. Mi respuesta, nada original, fue que lo que me da miedo es lo que ella denuncia.
Conferencia de Greta en la ONU
Acaso el problema, para algunos, sea cómo lo denuncia. En su discurso en la conferencia de la ONU en Katowice sobre cambio climático, recogido en el libro Cambiemos el mundo, Greta afirma: “Estamos a punto de sacrificar nuestra civilización por las oportunidades de ganar enormes cantidades de dinero para un reducido número de personas. Estamos a punto de sacrificar la biosfera para que los ricos de países como el mío puedan vivir con lujos. Pero es el sufrimiento de muchos lo que costea los lujos de esos pocos. ¿Y si las soluciones fueran tan imposibles de encontrar en este sistema que quizá lo que tengamos que hacer sea cambiar el sistema en sí?”.
Y es que, como dijo el crítico literario Fredic Jameson, “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Saturados de ficciones que nos muestran lo primero, esperemos que lo que se termine haciendo realidad sea lo segundo. Nos jugamos la vida, el futuro y el planeta. Eso es lo que da miedo.
Por Agustín L. de la Cruz
(Madrid, 1976) Escritor y librero
Licenciado en Documentación, escritor tímido y librero astuto. Su última obra publicada son los cuentos reunidos en Aniversario (2017). Su primera librería sigue abierta y se llama Tusitala, que en homenaje a Stevenson significa «el que cuenta historias».
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