M. Rajoy: cuanto peor, mejor

M. Rajoy-papeles de Bárcenas

M. Rajoy: cuanto peor, mejor

Cuanto peor, mejor para todos.

Y cuanto peor para todos, mejor.

Mejor para mí el suyo: beneficio político. (M. Rajoy)

Desde que M. Rajoy respondiera a la moción de censura presentada por Unidos Podemos con esa famosa frase que me he permitido puntuar a mi antojo, tenemos la sensación de que lo que el presidente del gobierno pretendía atribuir a Pablo Iglesias era el prólogo de su estrategia política. Solo así consigue uno explicar que Rajoy continúe actuando como si nada hubiera ocurrido en Cataluña y deje todo en manos de una judicatura que parece ser el club de fans de Génova 13.

Lo malo de todo esto es que M. Rajoy es un maestro del no hacer nada y esperar a recoger sus frutos. Lo hizo para conseguir ser el sucesor de Aznar frente a Rato, logró vencer a todos los enemigos internos tras perder las elecciones en 2004 y 2008, esperó a que cayera Zapatero con todo el equipo en 2011 y desde entonces se ha dedicado a establecer un régimen de recortes para las clases más desfavorecidas, ha defendido a los suyos (Florentino y su proyecto Castor, rescate a la banca y autopistas radiales, etc.) y mandado a la precariedad a buena parte de las clases medias. La cuestión es que se puede permitir esta estrategia porque la aprobación de la ley mordaza ha desactivado gran parte de la capacidad movilizadora que este país mostró entre 2012 y 2014. También sería necesario analizar que alguna de las fuerzas políticas que emergieron en la calle durante esos dos años haya tenido su parte de culpa en la desactivación de las movilizaciones, y algún día habrá que abordarlo.

¿Tiene límites el cuanto peor, mejor? No, no los tiene. Y esto ocurre porque ha sido capaz de convertir un defecto en virtud. M. Rajoy nos podrá parecer un torpe, un tipo incapaz de ser atractivo en la comunicación verbal y gestual, alguien sin cintura política, con demostrada incompetencia para las relaciones internacionales y para alcanzar consensos con contenido social. Sí, todo eso podrá ser cierto para muchas de las personas que lo lean y que cambian de cadena cada vez que lo ven en pantalla, pero ahí sigue capeando el temporal y sobreviviendo.

No se vislumbran cambios: aunque parece ser que Pedro Sánchez se hizo con la Secretaría General del PsoE tras los sucesos del 1 de octubre (de 2016), no hay quien haya notado cambios significativos con respecto a la gestora impuesta por Susana Díaz; Podemos intenta encontrar y definir discurso (a pesar de dos mega asambleas en las que no se pudo debatir mucho) al tiempo que continúa desorientando a propios y extraños con una organización interna mejorable; C’s es ahora la apuesta del régimen y El País o la cadena Ser (teóricamente de centro-izquierda) llevan meses encumbrando a Rivera. Lamentablemente, Rivera no mejorará nada de lo que ya sufrimos. Y tendrá muletas a diestro y siniestro para berlusconizar estas tierras. El cuanto peor será pronto un verso del himno de España y no nos extrañe que obliguen a nuestros nietos a cantarlo en las escuelas.

Por Javier Figueiredo

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