23 Ene Islandia
Por Javier Figueiredo
Me gustaría conocer Islandia y recorrer sus paisajes durante un luminoso mes de junio. Sabemos muy poco de ese país: tiene la mitad de los habitantes de la provincia de Badajoz y le plantó cara a los banqueros corruptos y a los causantes de la crisis como nadie supo hacerlo en el resto del mundo. Hace unas semanas volvió a las noticias por la aprobación de una normativa que pretendía hacer efectiva la igualdad de salarios entre mujeres y varones.
Y no es que en Islandia acabe de morir el último rey vikingo de la edad media, puesto que esa igualdad teórica ya estaba amparada en la legislación desde hace varios años. Lo que ha ocurrido es que se han dado cuenta de que lo que está en los papeles no había bajado a la realidad y no se plasmaba en cada nómina. Imagino que en ese país se habrán acostumbrado a hacer algo que deberíamos copiar y que consiste en evaluar las leyes o los proyectos cuando llevan cierto tiempo en vigor. De nada sirve tener los decretos mejor redactados del mundo si no hay manera de ponerlos en marcha o garantizar su cumplimiento.
¿Es generalizado ese incumplimiento de las leyes? Evidentemente no. Todo depende de quién sea el beneficiario o el perjudicado. De todos es sabido que la ley del embudo suele tener la boca muy ancha para los que están arriba y que se estrecha muchísimo en la parte de abajo. Solo así se explica que supremos y altísimos tribunales se reúnan hasta en domingo cuando hay que sacar adelante determinados asuntos, mientras que los artículos que garantizan derechos humanos fundamentales (y escritos con tinta en las Cartas Magnas) no hay manera de que se puedan hacer efectivos porque son considerados declaraciones de intenciones que no se pueden seguir al pie de la letra.
A veces no se sabe qué es peor, si la rabia de no tener derechos o la humillación de tenerlos reconocidos y no poder disfrutarlos. En Alemania acaba de tener que promulgarse una ley que permitirá a las mujeres comprobar si sus compañeros de trabajo cobran más realizando las mismas labores, mientras que la corresponsal de la BBC en China ha tenido que denunciar en su propio medio de comunicación la disparidad salarial que (casi) siempre se inclina en perjuicio de ellas.
Ánimo, nos acercamos a Islandia
Comienza 2018 y lo hace con cierta esperanza. Ayer sin ir más lejos la directora de cine Leticia Dolera reivindicaba el papel de las mujeres con un discurso feminista en los Premios Feroz. O Javier Calvo, durante los mismos premios, hizo un alegato por que los niños y niñas no tuviesen miedo por lo que sentían y les alentaba a ser ellos mismos. Quizá 2018 no nos traiga la belleza espectacular de las auroras boreales de las tierras de Islandia, esas que todo el mundo dice que hay que ver al menos una vez en la vida. Preferiría no verlas jamás si, a cambio, en cada lugar del mundo desterráramos para siempre los machismos, las violencias que generan, las desigualdades, las discriminaciones, los menosprecios, los acosos y las injusticias que sufren y han sufrido nuestras madres, hijas, hermanas y compañeras. No es poco.
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