19 Feb La pesadilla de Ramón Esono
Ramón Esono Ebalé, de origen guineano, es dibujante y junto a los escritores Chino y Tenso Tenso, pseudónimos estos últimos, son los autores de “La pesadilla de Obi” (2014), un tebeo, si queremos llamarlo así, auspiciado por EG Justice que denuncia en tono humorístico la dictadura que el presidente Teodoro Obiang Nguema lleva ejerciendo desde hace cuarenta años en Guinea Ecuatorial, que para quien no lo sepa fue colonia española hasta su independencia en 1968.
LA PESADILLA DE OBI
Bajo su gobierno, la corrupción, la pobreza y la represión han campado a sus anchas, y lo continúan haciendo porque los enormes ingresos que proporciona el petróleo sostiene a una pequeña élite aduladora que lo sostiene a él como máximo representante.
El libro, pese a ciertas limitaciones formales y a incurrir en alguna que otra ocasión en el chiste fácil, cumple su cometido de denunciar los desmanes del régimen de Obiang. Gesto que le ha valido que en septiembre del pasado año 2017, durante un viaje esporádico a Guinea Ecuatorial para renovar su visado (el propio Esono declaró que África no es un lugar al que tuviera la opción de regresar) fuese detenido en Malabo, retenido y posteriormente encarcelado por las autoridades del país. Y en esa situación continúa hasta el día de hoy.
LA REPRESIÓN ESTALINISTA
Esta despreciable situación me retrotrae a la época en la que Stalin imponía represalias y enviaba al exilio a los artistas, literatos y poetas que ponían en tela de juicio su gobierno o su persona. Fue el caso de Osip Mandelstam, poeta al que su epigrama satírico contra el déspota georgiano (“sus dedos gruesos como gusanos grasientos” rezaba uno de los versos) le supuso la muerte por congelación durante el traslado que lo conducía nuevamente (no era la primera vez que lo condenaban) al destierro en la helada e inhóspita estepa siberiana.
LA CAZA DE BRUJAS DE MCCARTHY
También a la caza de brujas que el Macartismo norteamericano puso en marcha en la década de los cincuenta del pasado siglo, con la pretensión de extirpar el comunismo de las esferas de influencia y poder por medios poco o nada ilícitos, y que trajo consigo la condena pública de multitud de personalidades relacionadas con el mundo de la cultura y de la industria cinematográfica del país.
LA SEDUCCIÓN DEL INOCENTE
O de forma tangencial, aunque no menos significativa ya que hablamos de historietas, la descabellada cruzada en contra de los cómics, bautizada con el rimbombante y puritano nombre de “La seducción del inocente”, que el doctor en psiquiatría Fredric Wertham llevó a cabo, también por aquel entonces, y con el beneplácito del gobierno estadounidense. En ella denunciaba la capacidad del que en ese momento era uno de los medios de expresión más populares y apreciados, para corromper a la juventud incitándola a la violencia, la drogadicción o la lujuria entre otras absurdas lindezas. La campaña fue un éxito (quema pública de cómics incluida, como en los mejores momentos del régimen nazi) y dio como resultado la creación e imposición del Comics Code Authority, un código de censura que regulaba los contenidos que podían ser mostrados, y cuyos efectos se han dejado notar hasta no hace mucho para perjuicio de este vilipendiado medio.
LA CAPACIDAD DEL ARTE PARA REMOVER CONCIENCIAS
El caso es que la historia nos ha demostrado que el arte y cierto tipo de cultura pueden llegar a representar una amenaza para los regímenes de carácter autoritario, ya sean fascistas, totalitarios, demócratas o como quieran denominarse.
Es lo que ejemplifica el libro de Ramón Esono en un lugar, el continente africano, en el que la privación de libertades no es una excepción, sino la norma. Donde unas dictaduras dan paso a otras ante el mutismo y la pasividad, debido a connivencias encubiertas, de muchos gobiernos europeos. Y por qué no decirlo, de sus pueblos. Al fin y al cabo, ¿a cuántos de nosotros nos importa el destino de un vulgar y simple dibujante de tebeos?
En una sociedad como la nuestra, en la que el arte está cada día más minusvalorado y en donde su valor está en relación con su capacidad para generar espectáculo, un suceso como el acaecido a Ramón Esono resulta inconcebible, y no sólo porque nos ampare una jurisprudencia supuestamente democrática, sino también por lo que aquí aparece como algo anecdótico y que el libro “La pesadilla de Obi” nos recuerda con lamentable ironía a causa del encarcelamiento de uno de sus creadores. A saber, que el arte, y en este caso en particular la historieta, poseen también una capacidad real intrínseca y latente para denunciar abusos, provocar la reflexión, y remover nuestras conciencias. Si aún no es demasiado tarde para ello.
LIBERTAD PARA RAMÓN ESONO
Asociaciones como la APIM se han hecho eco de lo acontecido y multitud de plataformas internacionales han puesto en marcha iniciativas para hacerlo público y denunciarlo, a la búsqueda de la consecución de una solución inmediata para este deleznable e injustificable abuso de poder. Basta con indagar un poco por internet y las redes sociales.
Deseo sinceramente que Ramón Esono sea puesto pronto en libertad y que sea restituido a la plena normalidad para de nuevo, junto a aquellos que lo quieren y ahora sufren su dolorosa ausencia, continúe realizando la labor que más le llena, la de dibujar. Dadas las circunstancias, sería el mejor de los resultados posibles.
Por Fidel Martínez
14 de febrero de 2018
(Sevilla, 1979) Ilustrador y autor de historietas
Licenciado en Bellas Artes, autor de los libros Sarajevo Pain (Norma editorial, 2020), Fuga de la muerte (De Ponent, 2016) y coautor ,junto a Jorge García, de Cuerda de presas (Astiberri, 2005)
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